Supongo que es habitual que las fechas lejanas, de alguna forma, nos parezcan eso, muy lejanas, tanto que nos cuesta concebirlas. Me pasó con las olimpiadas de Madrid de 2012 cuando se anunció la candidatura por primera vez, o con cierta misión espacial que, como suele pasar, su culminación estaba fechada para más de una década en el futuro. Me paro a pensar cuántos años tendría para entonces y me parecían, en aquel momento, muchos. Algo casi inconcebible.

Pero al contrario que un sitio lejano, como Islandia, que está lejos y si no haces el esfuerzo de acercarte, nunca te darás con ella, el tiempo pasa sí o sí y acaba llegando. Esas fechas tan lejanas se van acercando poco a poco, pasan y empiezan a alejarse de nuevo, pero esta vez hacia el pasado. 2012 pasó hace casi una década y la misión espacial.. no recuerdo cual era, pero si no ha pasado ya, estará mucho más cerca que por entonces.

Y una de esas fechas que para mí, en su momento, era extremadamente lejana pero que ahora acaba de llegar era y es mi treinta cumpleaños.

Sí, ya sé que los treinta no tienen nada de especial con respecto al resto de años. Que no llegan los treinta y, repentinamente, tu cuerpo cambia a una nueva forma de viejo. El cuerpo humano es "contínuo" y las cosas van pasando poco a poco, no de sopetón, y los treinta no tienen al final mucha diferencia con respecto a los veintiocho o los treinta y dos.

Pero queramos o no, es difícil no dejarnos afectar por ese concepto tan popular de crisis de los treinta. Ese momento que, supuestamente, pasas de ser una persona joven a alguien adulto con papeles. Alguien que tiene (o debería tener) una vida consecuente con ello. Y precisamente esa es una de las cosas que hace que alguien con veintiocho años y otro con treinta y dos, como dije en el ejemplo anterior, físicamente no tengan mucha diferencia pero a nivel social son vistos de manera distinta. El dos y el tres delante del número los pone en dos grupos diferentes. Y aunque cada vez eso es menos así, sigo creyendo que inconscientemente seguimos guardando ciertos prejucios al respecto.

Por otro lado, ya no sólo está el plano social sino el plano personal: Ese momento que te replanteas lo que has hecho. Es curioso que he conocido dos tipos de personas con dos percepciones diferentes, aquellos que le dan vueltas al tema y aquellos que, según dicen, no les ha afectado lo más mínimo. Supongo que la diferencia será la relación entre el número de aspiraciones que se tiene y el número de aspiraciones cumplidas.

En mi caso, si es cierto que tengo varias aspiraciones no cumplidas y que me frustran no haberlas hecho. Pero intento tomarme este punto más como un momento para replantearme las cosas en vez de martirizarme por no haberlas hecho. Y al final, como leí en una publicación inspiracional de Instagram pero no por ello sin falta de razón "Lo que te arrepientas ahora por no haber hecho hace diez años, te volverás a arrepentir en otros diez si no lo haces ahora".

Así que nada, tras fracasar varias veces en el intento de hacer un blog personal, vuelvo a intentarlo hoy en esta fecha tan señalada, de más o menos importancia según la persona, con la esperanza de que dentro de diez años, en esa otra fecha tan señalada, la sensación al respecto sea muy diferente.

Y para aquellos que estéis en mi misma situación, ¡Felices 30 años!